Ser Joven
SER JOVEN
Ser joven es tener el Partido de la vida y juzgar a su tiempo.
Tener los dedos sangrantes de arañar las murallas.
Subir siempre, aunque sea huyendo de la marea mediocrática,
levantado en vilo como una antorcha.
Madrugar a yunquear con furia, todo el día, forjando en la búsqueda
interminable, las picas y los martillos, para demoler lo manido y
remachar la esperanza a una estrella.
Morder las palabras, los pinceles, la tinta, los compases, las cuerdas
musicales, las espátulas, los piñones, las hoces, mientras se limpia
a dos manos el campo para ponerse a construir.
Levantar las fronteras sobre redes viejas que sirvieron para estancar
al mundo y pescar pueblos en estanques podridos.
Andar ardiendo, con una ganas devoradores de comerse la vida,
de gastarla como una moneda al medio día.
Reemplazar la queja por el alarido.
Tener carbones encendidos para los labios y un cinturón duro para
ceñirse los lomos como cualquier profeta.
No construir recintos cerrados ni para el cuerpo, ni para el espíritu.
Salir gritando por el mundo, de mar a mar, sacudiéndolo todo,
dueño de la voz colectiva.
Conjugar la vida activamente, sin pasivos.
Dar y recibir sin precio el amor y repartirlo como los panaderos
todas las madrugadas.
Sentir el hedor de las estatuas y no querer huecos de sombra en el
camino, ni encima del camino.
No necesitar lazarillo y tener un índice de fuego como una espada de
relámpago para señalar la ruta.
Crear su propia providencia y sentir que todo va de nuestras manos
hacia afuera, repartido.
Estar más allá del tiempo en la vibración íntima, como los relámpagos.
Estirar la intuición y la inteligencia aunque haya que encoger
la memoria.
Ir tranquilo, de cabeza, al futuro.
Estar siendo.
Cortar con las palabras aunque haya que atar nuevas voces al coro
de las blasfemias.
Preferir la acción y la idea al oro.
Saber distinguir un hilo de juventud de cualquier cana.
Rebelarse.
Ver el mundo como un reloj factible que da nuestra hora exactamente
y darle cuerda para que deje atrás todo lo estático.
Dividir por mil los segundos y por sesenta millones los días para
gastarlos y darles destino y acción a sus fracciones.
Beber en las canteras populares, porque los pueblos son germinales.
Creer en el hombre.
Aspirar a la dictadura de la juventud en favor de los niños.
Dejar de plañir para cantar, de aplaudir para demoler, de obedecer
para dominar, de creer para saber, de esperar para conquistar,
ES SER JOVEN !
Tener los dedos sangrantes de arañar las murallas.
Subir siempre, aunque sea huyendo de la marea mediocrática,
levantado en vilo como una antorcha.
Madrugar a yunquear con furia, todo el día, forjando en la búsqueda
interminable, las picas y los martillos, para demoler lo manido y
remachar la esperanza a una estrella.
Morder las palabras, los pinceles, la tinta, los compases, las cuerdas
musicales, las espátulas, los piñones, las hoces, mientras se limpia
a dos manos el campo para ponerse a construir.
Levantar las fronteras sobre redes viejas que sirvieron para estancar
al mundo y pescar pueblos en estanques podridos.
Andar ardiendo, con una ganas devoradores de comerse la vida,
de gastarla como una moneda al medio día.
Reemplazar la queja por el alarido.
Tener carbones encendidos para los labios y un cinturón duro para
ceñirse los lomos como cualquier profeta.
No construir recintos cerrados ni para el cuerpo, ni para el espíritu.
Salir gritando por el mundo, de mar a mar, sacudiéndolo todo,
dueño de la voz colectiva.
Conjugar la vida activamente, sin pasivos.
Dar y recibir sin precio el amor y repartirlo como los panaderos
todas las madrugadas.
Sentir el hedor de las estatuas y no querer huecos de sombra en el
camino, ni encima del camino.
No necesitar lazarillo y tener un índice de fuego como una espada de
relámpago para señalar la ruta.
Crear su propia providencia y sentir que todo va de nuestras manos
hacia afuera, repartido.
Estar más allá del tiempo en la vibración íntima, como los relámpagos.
Estirar la intuición y la inteligencia aunque haya que encoger
la memoria.
Ir tranquilo, de cabeza, al futuro.
Estar siendo.
Cortar con las palabras aunque haya que atar nuevas voces al coro
de las blasfemias.
Preferir la acción y la idea al oro.
Saber distinguir un hilo de juventud de cualquier cana.
Rebelarse.
Ver el mundo como un reloj factible que da nuestra hora exactamente
y darle cuerda para que deje atrás todo lo estático.
Dividir por mil los segundos y por sesenta millones los días para
gastarlos y darles destino y acción a sus fracciones.
Beber en las canteras populares, porque los pueblos son germinales.
Creer en el hombre.
Aspirar a la dictadura de la juventud en favor de los niños.
Dejar de plañir para cantar, de aplaudir para demoler, de obedecer
para dominar, de creer para saber, de esperar para conquistar,
ES SER JOVEN !
Pedro León Arboleda R.
Julio 1959
